Si atendemos a quejas como: “Últimamente, se me olvida dónde dejo las llaves de casa”, “Voy a la compra y cuando llego a la tienda soy incapaz de recordar a por qué iba”, “Cada vez más, me cuesta seguir conversaciones”, “A veces no me salen los nombres de la gente que conozco o de cosas que quiero nombrar”…, bien podríamos plantearnos que corresponden a pequeños testimonios de personas mayores que comienzan a sufrir algún tipo de deterioro cognitivo. Sin embargo, dichas quejas de memoria, atención o concentración, son propias también de pacientes con dolor crónico.
El equipo del Observatorio del Dolor, consciente de esta problemática, puso en marcha un proyecto en la Unidad de Dolor del H.U. Puerta del Mar (Cádiz), para estudiar la relación que existe entre el dolor crónico y la función cognitiva. Este trabajo ve ahora la luz a través de la reciente publicación en la revista de la Academia Americana de Dolor Pain Medicine, con el título Factors influencing cognitive impairment in fibromyalgia, neuropathic and musculoskeletal pain.
El objetivo principal del estudio fue evaluar (a través de una prueba de screening o cribado) la ejecución cognitiva de pacientes con dolor crónico, y compararla con la de un grupo de sujetos sin dolor. En este sentido, la diferencia fue clara. Los pacientes con dolor, con una franja de edad entre 18 y 60 años, desempeñó significativamente peor la prueba cognitiva que el grupo de pacientes sin dolor de la misma edad. Además el objetivo fue más allá, indagando las diferencias en la ejecución cognitiva entre tres grupos de dolor de diferente origen: dolor neuropático (DN), musculoesquelético (MSQ) y fibromialgia (FM).
Al comparar los tres grupos de pacientes no se hallaron diferencias entre ellos, sin embargo, al analizar los factores que en cada uno se asociaron con el déficit cognitivo, sí hubo diferencias en cada caso. Concretamente en dolor MSQ, la depresión fue el único factor que tuvo un efecto sobre la función cognitiva, mientras que en pacientes con FM el efecto de la depresión sobre la función cognitiva estuvo mediado por la intensidad del dolor, y en el grupo de DN, la depresión no tuvo efecto alguno. En cambio, en este último grupo destacó el efecto de la duración del dolor sobre la función cognitiva, observándose una menor afectación cognitiva cuando el dolor era de corta o muy larga duración.
Los resultados que lanza el estudio, bastante pionero en el campo, sugieren la importancia de manejar la queja cognitiva del paciente con dolor, ya que supone en sí misma un sufrimiento añadido en el proceso de enfermedad de estos pacientes. Asimismo, es interesante analizar los factores asociados a la función cognitiva en los pacientes con dolor crónico, atendiendo al tipo de dolor, la intensidad y duración del mismo, y al estado afectivo del paciente, especialmente la depresión. Estos resultados creemos que podrían tener implicaciones en los programas multidisciplinares cada vez más instaurados en el manejo de los pacientes con dolor, tanto a la hora de evaluar como de tratar a estos enfermos.